El grito















Uno ya se tranquiliza escuchando música suave, disfrutando cada sabor de la vida, cada momento mágico, cada briza que despeina. Baja sus pulsaciones, y cree que hay un camino nuevo para andar, andar solo en una de esas meditaciones de la vida.
Después pasa a la música con más alegría y movimiento. Empieza a correr por nuevos rumbos. Surca montañas y hermoso cielos de colores. Canta el estribillo, que no recuerda de donde aprendió. Vive la vida, como si cada segundo valiese oro. Corre a las palabras, que se escapan como el agua entre las manos. Piensa muy lentamente, crea magia con sus buenas intenciones. LLora amargamente arrepentido.
Pero sabe que se acerca una buena vida.